A principios del 2007 el Folk Art Museum de Nueva York, fue testigo de un record de asistencia en una exposición del pintor mexicano Mantín Ramirez, la cual llevó a considerarlo como uno de los artistas más importantes del siglo XX según los criticos y expertos de arte mas prestigiosos del mundo. El New York Times dedicó toda una columna sobre él ese mismo año después de la presentación de 97 pinturas y dibujos hechos por este pintor mexicano. Pero, ¿Quién es este artista que tan poco nos suena su nombre?, o mejor dicho, ¿Quién fue?.
Martín Ramírez nació en Jalisco, emigró a Estados Unidos en 1925 porque debía un crédito con el cual había comprado una parcela. Empezó trabajando como empleado ferroviario, pero es un misterio como llegó a ser recluido en un hospital psiquiátrico debido a que se le diagnosticó esquizofrenia catatónica. La vida de Martín Ramírez pasó de ser de un misterio a un mito, pues el outsider, como le conocían por no tener referencias básicas sobre su estilo de pintar y porque era un artista autodidacta, comenzó sus dibujos en el hospital psiquiátrico DeWitt de California en el cual había sido internado, utilizando todo lo que podía reunir en la celda de enfermo mental en la que vivía, con pedazos de crayones, lápices, carbón que obtenía de las puntas de fósforos quemados y hasta tinta para pintar zapatos que consiguió de un bolero negro que trabajaba en el hospital. Muchas de sus obras fueron destruidas pues los doctores temían que contagiara una tuberculosis la cual padecía y que terminó con su vida en 1963, pues usaba saliva y una papa, así como memorandos médicos y hojas de papel para crear los pliegos donde trabajaba bajo las mesas, escondido de los enfermos mentales con los que convivía a diario, sin decir palabra alguna por años.
El doctor Tarmo Pasto, interesado en estudiar el arte de personas con desequilibrio mental fue el que logró convencer a las autoridades del hospital para conservar su obra. La técnica de Ramírez no tenía bases ni influencias claras, su estilo se fundamentaba en trazos perfectos y obsesivos, curvas y lineas que denotaban los paisajes donde habitaban jinetes, vírgenes y trenes. En 1980 se llevó acabo una exposición de él por el auge chicano en California, pero no tuvo mucho éxito hasta que Octavio Paz lo citó en uno de sus ensayos, llegando a tener un espacio en el D.F. junto con Picasso y Dalí. Hoy, un Museo de Manhattan tiene 10 de sus pinturas, y otras las conservan coleccionistas privados, pero se están recolectando cada una de ellas para poder exponerlas en varias partes del mundo, llegando a juntar hasta ahora más de 120 de ellas. Es muy probable que venga a México, sólo nos cuesta esperar y poder apreciar lo que aquel mito quizo que fuese realidad.
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